Spider-Man: Miles Morales es un juego bastante rápido si tomamos en cuenta únicamente la historia, pero afortunadamente no se siente como un DLC al vapor o como un juego sin gracia. Miles Morales se siente como una de esas historias extras de un cómic muy bueno, en donde uno de los personajes consigue seis números extra para contar un poco más sobre él. Una historia auto contenida con miras a convertirse en una serie mensual. ¿Complicado? Pues simplemente es lo que Insomniac defendió: un juego que se debe jugar por separado.
La historia de Miles Morales ocurre apenas unos meses después del final del primer juego y sus respectivos contenidos descargables, colocándonos, como el nombre lo indica, en el traje de Miles, un joven neoyorquino de origen hispano que ha sido mordido por una araña y que ha obtenido los poderes proporcionales del arácnido. Gracias a la escena post créditos del juego original sabíamos que Miles tendría un papel relevante en una futura secuela; y teniendo en cuenta todos los cabos que deja sueltos Peter Parker se agradece que la introducción de Miles se haya concebido como un elemento extra.
Por cuestiones de trabajo Peter Parker tiene que dejar New York y Miles se convierte en el nuevo “vecino amistoso”, al menos durante las vacaciones. Sin embargo, no es un principiante en las artes de los justicieros, pues el juego nos deja en claro que ha trabajado con Peter al menos unos cuantos días… o semanas. El chiste es que no es del todo un novato… aunque después parece que sí, pero es por motivos argumentales. En fin. Miles se queda solo y ahora tendrá que entender la responsabilidad que ha obtenido por culpa de sus nuevos poderes.
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